El Púlpito del Tabernáculo
Metropolitano
Un Deseo de Año Nuevo
NO. 3231
SERMÓN PREDICADO POR CHARLES HADDON SPURGEON
EN EL TABERNÁCULO METROPOLITANO, NEWINGTON, LONDRES,
Y PUBLICADO EL JUEVES 5 DE ENERO DE 1911.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Filipenses 4: 19.
Los filipenses habían enviado ofrendas a
Pablo en diversas ocasiones para remediar sus necesidades. Aunque ellos no eran
acaudalados, hicieron una contribución y la enviaron con Epafrodito, “olor
fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.” Pablo se sintió muy agradecido:
dio gracias a Dios pero sin olvidar dar gracias también a los donantes; les
deseaba toda bendición, y fue como si les dijera: “ustedes han suplido mi
necesidad, y mi Dios suplirá la vuestra. Ustedes han suplido de su pobreza mi
necesidad temporal de alimento y vestido; mi Dios suplirá todo lo que os falte conforme a sus riquezas en gloria”. “Pero”,
-dice, en el versículo dieciocho- “todo lo he recibido, y tengo abundancia;
estoy lleno”, “por tanto”, -agrega- “mi Dios suplirá todo lo que os falta”.
Ustedes me han enviado su dádiva por mano de un amado hermano, pero Dios les
enviará un mejor mensajero, pues Él suplirá lo que os falte ‘por medio de
Cristo Jesús’. Cada una de estas palabras resuena como si Pablo la hubiese
sopesado, y el Espíritu de Dios le hubiese guiado en su meditación para desear
para los filipenses una bendición similar en su más pleno alcance, a cambio de
lo que le habían enviado, pero se trataba de una bendición de una naturaleza
más rica y duradera.
Ahora, un poco en el espíritu de Pablo, yo
desearía en este día de Año Nuevo bendecir a todos aquellos que han suplido
conforme a su capacidad, las necesidades de la obra de Dios que está en mis
manos, y que han dado para la causa de Dios incluso de su pobreza, según se ha
presentado la necesidad. Yo considero ser deudor de ustedes personalmente
aunque sus ofrendas han sido para los estudiantes, para los huérfanos y para
los Colportores y no para mí mismo. En retorno a su generosidad, a la manera de
Su amor misericordioso, “Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús.”
Este versículo es particularmente grato
para mí, pues, cuando estábamos construyendo el asilo para huérfanos yo preví
que, si no teníamos votos de apoyo y no cobrábamos las suscripciones anuales,
aunque contáramos, por la bondad de Dios, con las ofrendas voluntarias de Su
pueblo, enfrentaríamos tiempos de dura prueba, y, por tanto, ordené a los albañiles
que colocaran sobre las primeras columnas de la entrada del orfanato estas
palabras, “Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús.” Entonces este texto se encuentra grabado en piedra
tanto a la derecha como a la izquierda del arco de la entrada. Allí permanece
esta declaración de nuestra confianza en Dios, y, en tanto que Dios viva, no
necesitaremos quitarla nunca, pues Él ciertamente suplirá las necesidades de Su
propia obra. Mientras le sirvamos, Él surtirá nuestras mesas.
I. El texto podría sugerirnos, (si
quisiéramos darle gusto a nuestra vena melancólica) un espacio para un
pensamiento sombrío, pues habla de “todo lo que os falta”. Entonces, en primer
lugar, contemplen UNA GRAN NECESIDAD: “todo
lo que os falta”. ¡Qué golfo! ¡Qué abismo! “Todo lo que os falta”. Yo no sé cuántos creyentes constituían la
iglesia de Filipos, pero si la necesidad de un solo santo es ya lo
suficientemente grande, ¿cuánto será lo que necesitan muchos santos? No sería
posible establecer el número de los hijos de Dios sobre la tierra, pero el
texto abarca la necesidad de la familia elegida completa, “todo lo que os falta”. No les vamos a pedir que calculen el
desembolso requerido por parte de la tesorería divina para cubrir todas las
necesidades de todos los santos que se encuentran todavía en la tierra: pero,
por favor, piensen en su propia necesidad; eso estará más dentro del alcance de
su experiencia y del rango de su meditación. ¡Que el Señor supla su necesidad y
toda su necesidad!
Está por un lado nuestra necesidad temporal, y ese no es un asunto insignificante.
Si tenemos alimento y vestido, deberíamos estar contentos con eso; pero hay
muchas personas del pueblo de Dios para quienes la simple obtención de alimento
y ropa es una faena desgastante. Muchos de los santos de Dios se ven muy
apurados por las preocupaciones hogareñas, las pruebas familiares, las
enfermedades del cuerpo, las pérdidas en los negocios, y algunas veces por la
imposibilidad de obtener un trabajo adecuado, tal como se encontraba Elías
cuando se sentó junto al arroyo de Querit. Si Dios no les enviara pan y comida
de una manera prodigiosa, ciertamente se morirían de hambre; pero su pan les
será dado, y su agua está garantizada. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os
falta”. Tal vez tengan una numerosa
familia y sus necesidades se vean, por tanto, grandemente aumentadas, pero la
declaración del texto incluye a la totalidad de sus necesidades personales y
familiares.
Después de todo, nuestras necesidades
temporales son muy pequeñas comparadas con nuestras
necesidades espirituales. Con la bendición de Dios, un hombre puede
remediar muy prontamente lo que el cuerpo necesita, pero ¿quién habrá de
proveer lo necesario para los requerimientos del alma? Tenemos necesidad de
perdón perpetuo, pues siempre estamos pecando, y la sangre de Jesucristo está intercediendo
siempre por nosotros y limpiándonos de
pecado. Cada día hay necesidad de renovada fuerza para combatir contra el pecado
interior; y, bendito sea Dios porque esa fuerza es suministrada diariamente, de
tal manera que nuestra juventud es renovada como la del águila. Como buenos
soldados de Jesucristo necesitamos una armadura de la cabeza a los pies, e
incluso armados de esa manera, no sabemos cómo usar la armadura o cómo blandir
la espada, a menos que Quien nos dio estos sagrados implementos esté siempre
con nosotros. Santo combatiente, Dios suplirá toda tu necesidad por Su
presencia y Su Espíritu.
Pero no somos meramente guerreros, sino
también somos obreros. Somos llamados, muchos de nosotros, a importantes
esferas de labor, (y, en verdad, nadie debe pensar que su esfera es irrelevante),
pero, en esto también, nuestras manos bastarán para cumplir con nuestra labor
de toda una vida, con la provisión de Dios. Tú necesitas recibir ayuda para
poder hacer lo acertado, en el momento debido, con un espíritu recto y de la
manera correcta. Tu necesidad como maestro de escuela dominical, como
predicador al aire libre, y especialmente como un ministro del Evangelio, será
muy grande, pero el texto satisface todos tus requerimientos, “Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que os falta”.
Luego viene nuestra necesidad en el
sufrimiento, pues muchos de nosotros somos llamados a tomar nuestro turno en la
casa de prisión del Señor. Allí requerimos de paciencia ante el dolor y de
esperanza ante la depresión de espíritu. ¿Quién es suficiente para la obra de
fundición? Nuestro Dios suplirá para nosotros esas gracias y consolaciones
escogidas que nos fortalecerán para glorificar Su nombre, incluso en medio de
las llamas. Él hará que la carga sea ligera o que la espalda se torne más
robusta; Él disminuirá la necesidad o aumentará la provisión.
Amados, es imposible que pueda mencionar
todas las formas de nuestra necesidad espiritual. Necesitamos ser convertidos
diariamente de algún pecado o de otro, que, tal vez, a duras penas hemos reconocido
como pecado. Necesitamos ser instruidos en las cosas de Dios, necesitamos ser
iluminados en cuanto a la mente de Cristo, necesitamos ser consolados por las
promesas, necesitamos ser avivados por los preceptos, necesitamos ser
fortalecidos por las doctrinas. Necesitamos, oh, ¿qué es lo que no necesitamos? Somos simplemente un
costal de carencias y un montón de debilidades. Si cualquiera de nosotros
mantuviera un registro de carencias, como
he visto que lo hacen los comerciantes, cuán grande sería ese expediente; y
podría ser escrito por dentro y por fuera y ser llenado de un extremo hasta el
otro, pues estamos llenos de carencias desde el primero de Enero hasta fines de
Diciembre; pero aquí está la misericordia, “mi Dios, pues, suplirá todo lo que
os falta.”
¿Son exaltados ustedes a los lugares
altos? ¿Tienen muchas comodidades? ¿Gozan de riquezas? Entonces cuánta
necesidad tienen de ser guardados de amar al mundo, de ser preservados del
desenfreno y de la altivez y de las necedades y costumbres de este perverso
mundo actual. ¿Son ustedes muy pobres? Entonces la tentación es a la envidia, a
la amargura de espíritu, a la rebelión contra Dios. “Mi Dios, pues, suplirá
todo lo que os falta”.
¿Estás solo en el mundo? Entonces
necesitas que el Señor Jesús sea tu Compañero; y tu Compañero será. ¿Te rodean
muchas personas? Entonces tienes necesidad de gracia para darles un buen
ejemplo, para educar a tus hijos y administrar tu hogar en el temor de Dios.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta”.
Ustedes necesitan, en tiempos de
regocijo, ser conservados sobrios y firmes; en tiempos de aflicción, tienen
necesidad de ser fuertes y portarse como hombres; tienen necesidades en la vida
y tendrán necesidades al morir, pero su última necesidad será remediada tan
ciertamente como su primera carencia. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os
falta”.
Vayan, entonces, hermanos, y contemplen
allá, abajo, este gigantesco golfo de necesidad, y digan exultantes: “Oh Señor,
te damos gracias porque nuestras necesidades son grandes, pues hay más espacio
para que Tu amor, Tu ternura, Tu poder, Tu fidelidad, llenen ese vacío”.
Ese primer pensamiento, que mencioné que
podría ser un pensamiento sombrío, ve toda su lobreguez suprimida de él por
otros cuatro pensamientos igualmente ciertos, pero cada uno de ellos lleno de
gran aliento. El texto no sólo menciona una
gran necesidad, sino que menciona también un gran Ayudador: “Mi Dios”; a continuación, una gran provisión: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta”;
en tercer lugar, una abundante reserva de
la cual se extrae el don: “conforme a sus riquezas en gloria”; y, por último, un glorioso canal a través del cual
llegará la provisión: “por Cristo Jesús”.
II. Entonces, para nuestras enormes
necesidades, el texto nos muestra UN GRAN AYUDADOR: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta.”
¿De quién es ese Dios? Pues bien, es el
Dios de Pablo. Ese es uno de los asuntos en el que los más grandes santos no
están mejor que los santos más pequeños, pues aunque Pablo llamó al Señor “Mi
Dios”, Él es también mi Dios. Mi anciano y querido amigo que se sienta por
allá, y no posee nada en el mundo sino unos cuantos centavos, puede decir
también: “y Él es también mi Dios. Él es mi Dios, y es igualmente mi Dios si
fuese el más insignificante, el más oscuro y el más débil de Su pueblo, como
sería mi Dios si yo fuese capaz, como Pablo, de evangelizar a las naciones”.
Para mí es deleitable pensar que mi Dios es el Dios de Pablo, porque,
verán, Pablo tenía este propósito; quería decir: “Vean, queridos hermanos, mi
Dios ha suplido todas mis necesidades; y, puesto que Él es su Dios, Él suplirá
también las necesidades de ustedes”. Yo he visitado el calabozo de Roma en el
que se dice que Pablo estuvo confinado, y es, en verdad, una prisión muy
inhospitalaria. Primero que nada se desciende a una sala abovedada en la que no
penetra ninguna luz excepto a través de un agujerito redondo ubicado en el
techo; y, luego, en mitad del piso de esa caverna, hay otro orificio, a través
de la cual el prisionero era conducido a un segundo calabozo inferior, al que
no le podía llegar aire fresco ni luz. Pablo fue probablemente confinado allí.
El calabozo del Pretorio en el que fue ciertamente encarcelado, no es mucho
mejor. Pablo habría sido dejado para que pereciera de hambre a no ser por esas
buenas gentes de Filipos. No me sorprendería que Lidia estuviese involucrada en
el fondo de este tipo de movimiento, o, por otra, pudo haber sido el propio
carcelero. Ellos se decían: “no debemos permitir que el buen apóstol se muera
de hambre”; así que hicieron una colecta enviándole lo que necesitaba; y cuando
Pablo la recibió, dijo: “Mi Dios me ha cuidado. No puedo fabricar tiendas aquí,
en este lugar oscuro, como para ganarme el sustento, pero mi Señor todavía
suple mi necesidad; y de igual manera, cuando estés en estrechez, Él te dará la
provisión.”
“Mi
Dios”.
Con frecuencia, cuando he pensado en mis huerfanitos y he visto que no ha
entrado dinero, ha sido grato para mí recordar al Dios del señor Müller y cómo
suple siempre para los niños de Bristol. Su Dios es mi Dios, y yo descanso en
Él. Cuando pasan las páginas de la Escritura, y leen acerca de hombres que se encontraban
en graves problemas pero que recibieron ayuda, pueden decir: “Aquí tenemos a
Abraham, que fue bendecido en todas las cosas, y el Dios de Abraham suplirá
toda mi necesidad, pues Él es mi Dios.
Leo acerca de Elías y cómo los cuervos lo alimentaron; yo tengo al Dios de
Elías, y Él puede mandar a los cuervos para que me alimenten, si así le
agradara”.
Parecería que algunas personas piensan
que Dios no obrará ahora como solía hacerlo antes. “¡Oh, si hubiéramos vivido
en aquellos tiempos milagrosos”, -dicen- “entonces habríamos podido confiar en
Él! En aquel entonces había una evidencia manifiesta de la existencia de Dios,
pues hacía a un lado las leyes de la naturaleza, y obraba para el cumplimiento
de Sus promesas a Su pueblo”.
Sin embargo, ese era un modo de obrar más
tosco que el modo presente, pues ahora el Señor produce los mismos resultados
sin la violación de las leyes de naturaleza. Es un gran hecho que, sin la
alteración de una sola ley de la naturaleza, la oración se vuelve eficaz con Dios;
y cuando Su pueblo le pide que lo haga por ellos, en efecto cumple Su promesa,
y suple sus necesidades. Usando medios de diversos tipos, Él todavía
proporciona a Su pueblo todas las cosas necesarias para esta vida y la piedad. Sin
un milagro, Él obra grandes maravillas de amoroso cuidado, y continuará
haciéndolo.
Amados, ¿el Dios de Pablo es el Dios de ustedes? ¿Lo consideran como tal?
No todos adoran al Dios de Pablo. No todo cristiano profesante conoce realmente
al Señor, pues algunos inventan una deidad según se imaginan que deba ser Dios.
El Dios de Pablo es el Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento, es el Dios que
se encuentra allí. ¿Confían en ese Dios? ¿Pueden apoyarse en Él? “Hay juicios
tan severos mencionados en la Escritura”. Sí, y ¿contiendes con ellos? Entonces
lo desechas; pero si, en vez de ello, sientes esto: “yo no puedo entenderte, oh
mi Dios, y no pienso que pueda hacerlo jamás, pero no me corresponde a mí, un
niño, medir al infinito Dios, o denunciarte en mi tribunal y decirte: “debiste
haber hecho esto, y no debiste haber hecho eso’. Tú dices: “Yo soy así”, y yo
respondo: “yo te amo tal como eres, y me apoyo en Ti, que eres el Dios de
Abraham, de Isaac, y de Jacob, y el Dios de Tu siervo Pablo. Tú eres mi Dios, y
yo voy a descansar en Ti’”. Muy bien, entonces, Él “suplirá todo lo que os
falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Sólo piensen en eso
por un minuto.
Si Él
les suple, en verdad serán suplidos, pues la capacidad de Dios es infinita.
Él es infinitamente sabio en cuanto a la manera de Sus acciones e infinitamente
poderoso en cuanto a los actos mismos. Él nunca duerme ni se cansa; nunca está
ausente de algún lugar sino que está siempre listo para ayudar. Sus necesidades
se presentan, tal vez, en los momentos más inesperados; pueden ocurrir en la
medianoche del desaliento o en el mediodía de la dicha, pero Dios está siempre
cerca para suplir la sorpresiva necesidad. Él está presente en todas partes, y
es omnipotente en todas partes, y Él puede suplir todo lo que les falte, en
cualquier lugar, en todo tiempo y en grado sumo.
“Recuerden que la Omnipotencia
tiene siervos por doquier”.
Recuerden que, siempre que Dios desea
enviarles ayuda, puede hacerlo sin detenerse a preguntar: “¿cómo se hará?” Basta
que quiera hacerlo, y todos los poderes del cielo y de la tierra quedan
subordinados a sus necesidades. Con tal Ayudador, ¿qué motivo tienen para
dudar?
III. El siguiente punto en el texto es, UNA
GRAN PROVISIÓN. “Mi Dios, pues, suplirá todo
lo que os falta”.
Algunas veces perdemos una buena parte
del significado de la Escritura a través de la traducción; de hecho, nada gana
jamás por la traducción excepto un
obispo (1). El presente pasaje podría ser traducido así: “Mi Dios llenará hasta
el borde toda tu carencia”. La ilustración que explicará mejor el significado
es la de una mujer cuyos hijos iban a ser vendidos por su acreedor para que
pagara las deudas de su difunto marido. Ella no tenía nada que pudiera llamar
propio excepto unas vasijas vacías para aceite, y el profeta le ordenó que las
colocara en orden, y que trajera el poco aceite que quedaba en el recipiente.
Ella así lo hizo, y él le dijo luego: “Vé y pide para ti vasijas prestadas de
todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas”. Ella acudió a un vecino y a otro
hasta que hubo llenado su aposento por completo de estas vasijas vacías, y
luego el profeta le dijo: “Echa en todas las vasijas”. Ella comenzó a echar de
su casi vacía vasija de aceite en todos los demás recipientes, y, para sorpresa
suya, llenó hasta los recipientes más grandes. Entonces fue a otra vasija, y la
llenó, y luego a otra y a otra. Así estuvo llenando todas las vasijas de
aceite, hasta que por fin le dijo al profeta: “No hay más vasijas”. Entonces
cesó el aceite, pero no fue sino hasta entonces.
Lo mismo sucederá con lo que les haga
falta. Ustedes estaban atemorizados por tener muchas carencias justo ahora, ¿no
es cierto? Pero ahora tengan la bondad de pensar que las tienen, pues sólo se
trata de varias vasijas vacías que han de ser llenadas. Si la mujer sólo
hubiese pedido prestadas unas cuantas vasijas, no habría podido recibir mucho
aceite; pero entre más vasijas vacías tenía, más aceite obtenía.
Entonces, entre más carencias y más
necesidades tengan, si las llevan ante Dios, será mucho mejor, porque Él las
llenará hasta el borde, y pueden estar agradecidos de que haya tanto espacio
que llenar. Cuando no tengas más carencias, (pero, oh, ¿cuándo será eso?)
entonces el suministro cesará, pero no hasta entonces.
¡Cuán gloriosamente da Dios a Su pueblo!
Antes necesitábamos perdón: Él nos lavó, y nos hizo más blancos que la nieve.
Necesitábamos ropas, pues estábamos desnudos. ¿Qué hizo Él? ¿Nos dio algún
tosco vestido de algún tipo u otro? ¡Oh, no!, sino que dijo: “Sacad el mejor
vestido, y vestidle”. Fue algo afortunado que el hijo pródigo tuviera sus
vestidos hechos harapos, pues entonces necesitó ropa, y fue sacado el mejor
vestido para él. Es algo grandioso estar consciente de las necesidades espirituales,
pues todas serán remediadas. Una necesidad consciente a los ojos de Dios, ¿qué
cosa es sino una solicitud prevaleciente para una nueva misericordia? Algunas
veces le hemos pedido que nos consuele, pues estábamos muy abatidos; pero
cuando el Señor nos ha consolado, nos ha llenado de tal manera de deleite que
hemos estado inclinados a clamar con el antiguo teólogo escocés: “¡Espera,
Señor, espera! Es suficiente. No puedo soportar más dicha. Recuerda que soy
sólo un vaso de barro.” Nosotros, al aliviar a los pobres, generalmente no
damos más de lo que no podamos evitar, pero nuestro Dios no se detiene para
contar Sus favores, sino que da como rey. Derrama agua sobre el que está
sediento, y corrientes de aguas sobre la tierra seca.
IV. Debemos continuar con el siguiente
pensamiento, y considerar por un minuto o dos LAS GRANDES FUENTES de las que ha
de manar este suministro: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria.” El
predicador puede sentarse ahora, pues no puede concebir esta parte del texto.
Las riquezas de Dios en gloria están más allá de todo pensamiento.
Consideren las riquezas de Dios en la naturaleza; ¿quién podría contar sus
tesoros? Visiten los bosques; viajen legua tras legua en medio de los árboles
que proyectan su amplia sombra, no para el placer de algún hombre sino
únicamente para Dios. Contemplen en la ladera de la montaña solitaria y en la
extensa llanura las miríadas de flores cuyo perfume es únicamente para Dios.
¡Cuánta riqueza es creada cada primavera y cada verano en las ilimitadas
propiedades del grandioso Rey! Observen la vasta cantidad de vida animal y de
insectos que atestan la tierra con las riquezas de la sabiduría divina, porque
“del Señor es la tierra y su plenitud”. Miren en dirección al mar; piensen en esos
bancos de peces, tan incontables que, cuando sólo la periferia de ellos es
tocada por nuestros pescadores, encuentran suficiente alimento para suplir a
una nación. Observen, también, los tesoros hundidos del océano, que ninguna
mano recoge sino la del Eterno. Si quisieran ver la riqueza del Creador,
vuelvan su mirada a las estrellas; adivinen su número, si pueden. La astronomía
ha ensanchado nuestra visión, y nos ha conducido a ver este mundo como una mera
partícula, comparado con otros mundos innumerables que Dios ha hecho; y nos ha
dicho que, probablemente, todas las miríadas de mundos que podemos ver con el
telescopio son una mera fracción de los incontables astros que pueblan el
espacio infinito. Vastas son las riquezas de Dios en la naturaleza. Se requiere
de un Milton para cantar, como cantó él en El
Paraíso Perdido, las riquezas del Dios creador.
Las
riquezas de Dios en la providencia son igualmente ilimitadas. Él dice a esta
criatura: “Vé”, y va, y a otra: “Haz esto”, y lo hace, pues todas las cosas
cumplen Su mandato. Piensen en la riqueza
de Dios en la gracia. Allí la naturaleza y la providencia se quedan
eclipsadas, pues tenemos la fuente de amor eterno, el don de un sacrificio
infinito, el derramamiento de la sangre de Su propio amado Hijo, y el pacto de
gracia en el que la bendición más pequeña es infinita en valor. ¡Las riquezas
de Su gracia! “Dios es rico en misericordia”, rico en paciencia, amor, poder,
bondad, rico más allá de toda concepción.
Ahora sus carencias serán suplidas de
conformidad a las riquezas de la naturaleza, y a las riquezas de la
providencia, y a las riquezas de la gracia; pero esto no es todo; el apóstol
elige un estilo más excelso, y escribe “conforme a sus riquezas en gloria”. ¡Ah, nunca hemos visto a Dios en gloria!
Ese sería un espectáculo que nuestros ojos no podrían contemplar al presente.
Cristo en Su gloria, cuando fue transfigurado en la tierra, era un espectáculo
demasiado resplandeciente para ser contemplado incluso por los ojos
aleccionados de Pedro, y Santiago y Juan.
“A la luz
demasiado arrebatadora”,
la oscuridad se
desplomó sobre ellos, y eran como hombres que dormían. ¿Saben ustedes, ángeles,
lo que es Dios en Su gloria? ¿Acaso no vela Su faz incluso para ustedes, para
que, en el excesivo resplandor de Su esencia, no sean consumidos incluso
ustedes? ¿Quién entre todas Sus criaturas puede determinar las riquezas de Su
gloria, cuando ni aun los cielos son limpios delante de Sus ojos, y nota
necedad en Sus ángeles?
“Sus riquezas en gloria”. Quiere decir,
no sólo las riquezas de lo que ha hecho, sino las riquezas de lo que podría
hacer; pues si Él ha hecho ejércitos de mundos, podría hacer miríadas de tantos
mundos más, y no habría sino comenzado. ¿Quién podría calcular las
posibilidades del Dios omnipotente? Pero el Señor suplirá todo lo que les hace
falta de conformidad a tales gloriosas posibilidades.
Cuando un gran rey da de acuerdo a sus
riquezas, entonces no escatima su dádiva de limosnas a los mendigos, sino que
da como un rey, según el dicho; y si
se trata de un grandioso día festivo, y el rey viste sus ropas reales, su
largueza se encuentra en una noble escala. Ahora, cuando Dios está en Su
gloria, piensen, si pueden, ¡cuál habrá de ser la largueza que distribuye,
cuáles los tesoros que saca para Sus propios seres amados! Ahora, “conforme a
sus riquezas en gloria”, Él suplirá todas sus necesidades. Después de eso, ¿se
atreven a deprimirse? ¡Oh alma, qué locura es la incredulidad! ¡Cuán flagrante
blasfemia es dudar del amor de Dios! Él ha de bendecirnos; y, si somos bendecidos
por Él, hemos de ser en verdad bendecidos. Si Él suple nuestras carencias
“conforme a sus riquezas en gloria”, serán suplidas a plenitud.
V. Ahora concluyamos nuestra meditación
considerando EL GLORIOSO CANAL por medio del cual estas necesidades habrán de
ser suplidas: “Conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
Tú verás todas las carencias de tu alma
satisfechas, pero debes acudir a Cristo para todo. “En Cristo Jesús.” Ese es el
manantial del que brotan las aguas vivas. Tú no has de ver suplidas tus
carencias por tu propio cuidado y afán. “Considerad los lirios del campo, cómo
crecen”. Tú has de ser enriquecido “en Cristo Jesús”. No has de ver suplidas tus
necesidades acudiendo a Moisés, y obrando y trabajando duramente como si fueses
tu propio salvador, sino mediante la fe en Cristo Jesús. Aquellos que no
quieren acudir a Cristo han de pasárselas sin la gracia, pues Dios no da nada a
los hombres por vía de gracia excepto a través de Su Hijo. Quienes más acudan a
Jesús gustarán con mayor frecuencia de Su abundancia, pues todas las
bendiciones llegan a través de Él.
Mi consejo, para mí mismo y para ustedes,
es que permanezcamos en Él; pues, debido a que ese es el camino por el que nos
llega la bendición, es mejor que permanezcamos en él. Leemos acerca de Ismael
que fue enviado al desierto con un odre de agua, pero Isaac habitó junto al
pozo del Viviente-que-me-ve, y es sabio que habitemos junto al pozo de Cristo Jesús,
y no confiemos nunca en los odres de nuestra propia fuerza. Si te apartas de
Cristo Jesús, hermano, te separas del centro de la bienaventuranza.
Yo ruego para que ustedes puedan habitar
junto al pozo de este texto durante todo este año. Saquen del pozo. ¿Tienes
mucha sed? Saca agua del pozo, pues rebosa; y cuando argumentes esta promesa,
el Señor suplirá todo lo que te hace falta. No ceses de recibir de Dios ni un
solo minuto. Que tu incredulidad no estorbe la munificencia del Señor, sino más
bien aférrate a Su promesa, “Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a
sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. No sé cómo desearles una mayor
bendición. Si son habilitados por el Espíritu Santo para llevar a cabo esto,
gozarán de lo que sinceramente deseo para ustedes, es decir,
UN FELIZ AÑO NUEVO.
Nota del traductor:
(1)
El texto original dice: ‘Sometimes, we lose a good deal of the meaning of Scripture
through the translation; in fact, nothing ever does gain by translation except
a bishop.’ Spurgeon
hace aquí un juego de palabras con la palabra ‘translation’ que significa:
traducción, trasladar de un idioma a otro y traducción, en el sentido de
traslación, trasladar a un obispo de una sede o diócesis a otra, un proceso que
tanto en la Iglesia de Inglaterra como en la Iglesia Católica significaba una promoción
para el obispo.
Traductor: Allan Román
22/Enero/2012
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