El Púlpito del
Tabernáculo Metropolitano
NO.
2165
SERMÓN PREDICADO
POR CHARLES HADDON SPURGEON
EN EL TABERNÁCULO METROPOLITANO, NEWINGTON,
LONDRES.
“Y Jehová
Dios dijo a la serpiente: por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas
las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y
polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la
mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y
tú le herirás en el calcañar”. Génesis 3: 14, 15.
Algún maestro en Israel
que quería ayudar a la memoria de sus oyentes ha dicho que las tres cosas que
hay que predicar y hacer prevalecer sobre cualquier otra son las tres Erres:
Ruina, Redención y Regeneración. Ese maestro habló bien y sabiamente. ¿Cómo
podrían buscar la salvación los hombres que no sienten su ruina? ¿Dónde hay
salvación salvo en la sangre expiatoria? ¿Qué es la salvación sino ser nuevas
criaturas para la santidad? Es un hecho notable que en
Yo les ruego que no
consideren nunca que la historia de la serpiente sea una fábula. Hoy en día se
dice que se trata de una mera alegoría. Sin embargo no hay nada en el Libro que
señale dónde finaliza la historia y dónde comienza la parábola: todo se
desarrolla como historia real, y tal como comenta convincentemente el obispo
Horsley: “Si alguna parte de esta narración fuera alegórica, ninguna parte se
ceñiría a los hechos desnudos”. Me parece que si sólo se tratara de una
serpiente alegórica, entonces hubo un paraíso alegórico, con ríos alegóricos y
árboles alegóricos; y los hombres y mujeres eran alegóricos tanto los unos como
los otros, y el capítulo que habla de su creación es una alegoría y lo único
que existe es un cielo alegórico y una tierra alegórica. Si el Libro de Génesis
fuera una alegoría, entonces es una alegoría de principio a fin y se tendría a
un alegórico Abraham con una circuncisión alegórica, a un alegórico Jacob y a
un alegórico Judá; y no sería injusto desarrollar más la teoría e imputarle a Judá
unos descendientes alegóricos llamados ‘los judíos’. Pero si tú le pidieras
algún dinero prestado a esta raza, descubrirías que no son alegóricos a la hora
cuando tengas que pagar. Es ocioso llamar a la narración de
Cuando el demonio, “la
serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás” –como el Apocalipsis la
nombra- resolvió tentar a Eva con el objeto de destruir a la raza en la que
Dios evidentemente se deleitaba mucho, no podía presentarse ante la mujer como
un espíritu. Los espíritus no pueden ser captados por el ojo puesto que un
espíritu puro es un ente que ninguno de los sentidos externos de los seres
humanos puede percibir. Un espíritu inmaterial tiene que ser invisible y, por
tanto, tiene que materializarse de alguna manera u otra antes de que se le
pueda ver. Que Satanás tiene poder para introducirse en los cuerpos vivientes
es claro, pues lo hizo a una gran escala con ciertos hombres en los días de
Cristo. Él y sus legiones fueron forzados a entrar incluso en los cuerpos de
unos cerdos antes de ser arrojados al abismo. Siendo compelido a tener algo
corpóreo, el principal espíritu maligno percibió que la serpiente estaba en
aquel tiempo entre las más sutiles de todas las criaturas y, por tanto, entró
en la serpiente porque sentía que estaría más en su elemento en aquel animal.
Desde la serpiente le habló a Eva, como si la serpiente misma hubiese hablado.
Había una serpiente real y material, pero el espíritu maligno que es conocido
como “la serpiente antigua” estaba allí, poseyendo a la serpiente natural con
toda su astucia magistral. Cruelmente resuelto a conducir a la raza humana al
pecado para así arruinarla y triunfar sobre Dios, el ángel caído no dudó en
asumir la forma de un reptil. Bien pudo Milton hacerle decir:
“¡Oh execrable caída! Que yo, que antes contendía
Con los dioses para ocupar el sitio más alto, esté ahora apretujado
En una bestia; y, mezclé con cieno bestial,
Esta esencia para poder encarnar y embrutecerme,
Yo, que a la altura de la deidad aspiraba”.
Noten cuidadosamente que
cuando el Señor viene para tratar con la serpiente, no lo cuestiona en cuanto a
su culpa y la razón de ella, y la causa es, tal vez, que la culpa del
archienemigo era evidente por sí sola; o, mejor aún, no lo hace porque el Señor
no tenía ningún designio de misericordia en cuanto a él. Él no tenía la
intención de hacer ningún pacto de gracia a favor del diablo o sus ángeles pues
no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la
descendencia de Abraham. En la infinita soberanía de Dios pasó por alto a los
ángeles caídos pero decidió levantar al hombre caído. Esos que objetan la
doctrina de la elección deberían responder esta pregunta: ¿Por qué es que Dios
ha dejado sin esperanza a los demonios, y sin embargo, envió a Su Hijo para
redimir a la humanidad? ¿No queda de manifiesto en esto la soberanía divina? No
podemos dar ninguna otra respuesta a la pregunta: ¿qué es el hombre para que
Dios lo visite así con la gracia que distingue?, excepto esta respuesta: “Tendrá
misericordia del que tenga misericordia, y será clemente para con el que será
clemente”. Por tanto, no teniendo la intención de perdonar a este espíritu
maligno, el Señor no le hace ninguna pregunta. Su interrogatorio a nuestros
primeros padres fue una señal de misericordia. Cuando Dios reprende a la
conciencia de un hombre lo hace con miras a bendecirle. ¿Me dirijo a alguien
aquí presente cuyo sentido de pecado ha despertado, que es acusado por
Él pronunció una
sentencia contra la serpiente que, si bien fue terrible para él, es sumamente
alentadora para nosotros; y en la medida que nuestros primeros padres la
entendieron, debe de haber sido un sol lleno de luz para sus almas
entenebrecidas y deprimidas. Durante muchos años esta fue la estrella solitaria
de los corazones creyentes: este evangelio de la condenación de la serpiente.
Satanás era su enemigo; les había hecho un mal. Era también enemigo de Dios, y
Dios iba a luchar contra él y entonces los convocó a Su batalla. Iba a levantar
a Uno que sufriría pero que obtendría la victoria, Uno a quien llama “la
simiente de la mujer”. Iba a herir la cabeza de Satanás y en el hecho mismo la
raza del hombre sería bendecida indeciblemente.
El pasado domingo por la
mañana les presenté a Emanuel, Dios con nosotros, nacido de una virgen. Vamos a
retomar el mismo tema, y quisiera hablar de nuevo de nuestro Señor Jesús como
la simiente de la mujer, y enaltecerlo por adherirse a nuestra contienda y
deshacer el daño que la serpiente antigua nos había infligido. En Él Su pueblo creyente
herirá en breve bajo sus pies a Satanás.
Vamos a considerar todo
el pasaje y a extraer de él siete lecciones. Como hay tantas, no me puedo
detener en ninguna de ellas más de lo necesario, sino que debo darles sólo
indicios de la riqueza de significado que yace en el interior de las palabras
de estos versículos sumamente instructivos. Podemos aprender mucho aquí sobre
nuestro archienemigo.
Primero, noten
Una serpiente es muy intrigante. Puede entrar allí donde otra
criatura no podría. Hasta el orificio más pequeño le abre espacio a una
serpiente que se enrolla para meterse sin ruido. Satanás es muy intrigante y
así como entró en el Paraíso, así puede penetrar en los lugares más secretos y sagrados.
Se arrastra hasta el interior de la iglesia por mucho que nos cuidemos. Se
arrastra dentro de las casas aunque estén santificadas por la devoción. ¿Nunca
lo has encontrado inmiscuyéndose en tu aposento durante tu oración? Pudiera
parecer que no hay ninguna rendija, y sin embargo, allí está, donde menos se le
esperaba. ¿Acaso no se ha enroscado dentro de sus familias? ¿No se ha
arrastrado hasta el interior de sus corazones? ¿Cómo podemos mantenerlo fuera?
Vigilamos sus ataques que vienen desde el exterior, ¡pero, he aquí, él ha encontrado
un alojamiento en su interior! ¡Sutil e intrigante es Satanás; es en verdad una
serpiente!
¡Y cuán venenoso! ¡Qué veneno inocula en nuestro
sistema moral un colmillo de la serpiente antigua! Miren en torno suyo y vean
cuántos han sido envenenados con el deseo de una fuerte bebida, con la lascivia,
con la avaricia, con el orgullo, con la ira, con la incredulidad. Hay
serpientes ardientes en medio de nosotros y muchos mueren por su veneno. Si
toleramos el menor pecado, dejamos que se convierta en una gota quemante en las
venas del alma. Un contacto con los colmillos de esta serpiente producirá una
aflicción inmensa, aunque el alma sea salvada de la muerte. Es únicamente el
poder de Dios el que nos guarda de ser destruidos por esta víbora. Si pudiera
cumplir su voluntad, él es un espíritu tan maligno que ningún heredero del
cielo sobreviviría. ¡Oh, Dios, guarda a los Tuyos! ¡Líbranos del maligno!
Con toda probabilidad el
reptil llamado ‘serpiente’ era una criatura más noble antes de la caída que
ahora. Las palabras de nuestro texto, en lo que se refieren literalmente a la
serpiente, amenazan con un cambio que sería obrado en el reptil. Ha habido una
especie de opinión especulativa que afirma que la criatura o tenía alas o era
capaz de moverse sin tener que arrastrarse sobre la tierra como lo hace ahora.
De eso no se sabe nada; pero ciertamente la serpiente es algo odiado con lo
cual la humanidad está en guerra, y su forma y hábito tipifican todo lo que es
vil y astuto. No hay nada noble, nada valiente, nada verdadero en la idea de
una serpiente. Satanás estuvo entre los primogénitos de la mañana, un raudo y
refulgente siervo de Dios; pero él transgredió contra su Soberano y cayó, y
ahora no es otra cosa que una serpiente: maligno, ruin, astuto y mentiroso. Él
es aptamente caracterizado como “la astuta serpiente”. “Él ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en
él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de
mentira” (Juan 8: 44). ‘Él sale a engañar a las naciones’ (Apocalipsis 20: 8). ‘Obra
señales y prodigios mentirosos’ (2 Tesalonicenses 2: 9). ‘Pone trampas, y toma
cautivos a los hombres’ (2 Timoteo 2: 26). Conserven delante de sus mentes la
forma de una serpiente, y recuerden que de esa manera los atacará Satanás. Sólo
permítanme mitigar sus miedos con la visión de otra serpiente: la serpiente de
bronce levantada sobre un asta que transmitía vida a quienes habían sido
mordidos por las serpientes malignas. Me parece que es un prodigio de la gracia
condescendiente que nuestro Señor Jesús permitiera ser simbolizado mediante una
forma que había sido asumida por el gran enemigo de las almas. Sí, allí estaba
la serpiente de bronce que fue levantada en lo alto sobre un asta, y los que
miraban, aunque fueran mordidos por las serpientes ardientes, vivían. De igual
manera, Jesús en la cruz es el remedio seguro para pecados de todo tipo. Pongan
atención a la serpiente antigua, el demonio, con todos sus ojos de la
precaución; pero al mismo tiempo con todos sus ojos de la fe miren a Aquel que
fue hecho maldición por nosotros para que nosotros vivamos.
II. Eso
basta para la primera lección; ahora vamos por la segunda. Observen EL
MEMORABLE HECHO CONCERNIENTE A
Satanás fue maldecido
con referencia a nosotros. Nuestra caída no le ha aportado ninguna ganancia,
sino un aumento del desagrado divino, de decepción y de envidia. Él estaba bajo
la ira de Dios antes, pero ahora el Señor dice con relación a él: “Maldita
serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo”. Aunque
sobrevengan el dolor y los gemidos sobre toda la creación menor gracias al
pecado del hombre, vendrá sobre la serpiente antigua una medida muchísimo más
abundante de la maldición porque se ha atrevido a conducir a la revuelta a la
raza del hombre. ¿Quién sería el esclavo voluntario de un tirano a quien el
Señor ha maldecido?
No únicamente Satanás, sino
toda forma de pecado está bajo la maldición. El
tentador quisiera hacerte pensar que algunas formas de pecado son bendecidas
pero eso es falso. Todo pecado tiene una maldición adherida a él. Manténganse
alejados de eso. ¿Se trata de falsa doctrina? Es maldecida. ¿Es vivir en el
desenfreno y en el placer carnal? Eso es maldecido. No lo toques. No puedes hacer
el mal sin mancharte con lo que Dios ha maldecido. Pudieras imaginar que
ganarás muchas cosas buenas si cedes un poco al pecado, pero eso es una mentira
del adversario: el mal es pérdida y ruina. La maldición que Dios pronunció
contra la serpiente es pronunciada contra toda su simiente, y todo lo que es
impuro, falso e impío yace bajo la maldición de Dios.
Hermanos, si por causa
de Cristo sufriéramos pobreza, o vituperio, o calumnia o incluso la muerte,
habría una bendición en todo ello; pero si por medio de hacer el mal
adquiriéramos riqueza, honra y tranquilidad, encontraríamos en todas nuestras
ganancias una ardiente maldición. ¿Quién valora el oro que contiene la
maldición? Está engangrenado y roerá el alma. Dios sabe qué es maldecido y qué
es bendecido; y es mejor que creamos en Su declaración de que el mal es algo
más bajo que las bestias, y más rastrero que los animales del campo. Todo esto
es un llamado a escapar de los caminos del pecado. Tiembla no vaya a ser que seas
encontrado bajo la maldición; apresúrate a huir a Aquel que puede cambiar la
maldición en una bendición, a Jesús, que llevó nuestros pecados en Su propio
cuerpo sobre el madero y que así quitó la maldición en todos los creyentes.
El hecho memorable de
que Satanás y el poder del mal están bajo la maldición debería animarnos en
nuestro conflicto con la maldad espiritual. Podemos vencerlos, pues la
maldición del Señor ha salido contra ellos.
III. Como
tercera lección, noten
Todos los objetos de los
poderes del mal se arrastran. ¿Qué es lo que buscan? Cuando los hombres
abandonan el camino de la santidad se apresuran en pos de diversiones
contaminadas y ociosas. ¿Qué hay en el placer del mundo que sea ennoblecedor?
El júbilo carnal sigue siendo una cosa rastrera: “Sobre tu pecho andarás”. Un
hombre profesante renuncia al camino de separación y entra en la sociedad
moderna y ya no camina más con Dios. ¿Cuál es su curso general? Dentro de un breve
lapso lo encontramos desinteresado de toda religión y tolerante del
libertinaje. Siempre es así: “Sobre tu pecho andarás”. Si le cedes el paso al
mal, irás para abajo, para abajo, para abajo, hasta que tu estómago se
convierte en tu dios y te glorías en tu vergüenza. Si un hombre quisiera ser
grande, que sirva a Dios. Si un hombre quisiera elevarse a los ángeles, sí,
elevarse a Dios, que obedezca el mandamiento de su Hacedor. Pero si desea
degradarse más abajo que la víbora, que “se desliza inadvertida a través de los
arbustos y el matorral”, su método fácil es seguir a Satanás y rebelarse contra
el Altísimo.
IV. Observen,
en cuarto lugar,
El polvo será por
siempre el alimento de la serpiente, porque su ganancia siempre lo decepciona.
Él pensaba que había obtenido una gran ventaja cuando convenció a la mujer que
desobedeciera, pero más bien había hecho una vara para su propia espalda puesto
que su simiente se convertiría en su eterna antagonista. La caída del hombre
condujo a la encarnación y a la expiación; y por ellas Satanás es derribado.
Por el hombre ha venido la resurrección y con ella la derrota de la muerte que
era el primogénito del infierno. La victoria del demonio en Edén es borrada por
la victoria de Jesús en el Calvario.
Si Satanás llegara a
conocer el placer jamás, sería del tipo más inmundo y más insatisfactorio: el polvo
es su alimento. No hay nada satisfactorio en los placeres de la rebelión. Él
sigue siendo un ser decepcionado e intranquilo. El error más solapado que
inventa y que sostiene por la filosofía, no es más que polvo. Su causa entera,
por la que ha laborado estos miles de años con una horrible perseverancia –toda
su causa, repito- se disolverá en el polvo, y se desvanecerá como humo. Todavía
se alimenta del polvo. Que quienes son siervos de Satanás sepan con seguridad
que como están viviendo en pecado, tendrán que comer a la mesa de su padre y
aprender el vacío de todos los placeres del pecado, y la carencia de valor de
todos los tesoros del mal. Todo lo que el pecado pueda traerte no es más que
polvo: comida inmunda, insuficiente, oclusiva, mortal. Aunque atesoraras
riquezas, el oro no es más que polvo para el hombre moribundo. Aunque ganaras
todo el honor terrenal, eso también se disolvería en el polvo. Esa es la
miseria de ese gran espíritu que es llamado el Príncipe de las tinieblas: que
tiene que comer polvo todos sus días. ¡Pero qué miseria es ser tan solo un
pobre súbdito en ese reino impío, y estar condenado al mismo destino
despreciable! “Polvo comerás todos los días de tu vida”. ¡Noten eso muy bien: y
que Dios los libre de tal alimentación!
V. Pensemos,
a continuación, en
Esta enemistad ha de ser
mantenida por Dios mismo. Él dijo: “Pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya”.
¡Vean aquí a la iglesia de Dios anunciada en este versículo! Aquí tienen no
únicamente el Evangelio, sino también a la iglesia. Cristo, la simiente de la
mujer, es la cabeza y todos los que están en Cristo son Su cuerpo. Él y ellos
son la sola simiente. En estas palabras el Señor estableció a la iglesia que
continúa hasta este día; una simiente que es opuesta a Satanás y al mal; una
simiente que permanecerá, por el poder del Espíritu de Dios, librando una
guerra constante con los poderes del mal. ¿Pertenecemos a esa simiente? En esta
simiente hay un odio profundamente arraigado hacia todo lo que es falso y malo.
Dios se encargará de que esta simiente nunca ceda ante el poder del mal, pues
seguirá siendo cierto que “Pondré enemistad entre ti y la mujer”. En tanto que
haya falsa doctrina habrá un reformador protestante; en tanto que sobreviva
cualquier forma de perversión, habrá un testigo nacido de lo alto para
contender con ella. Esta simiente es nacida, no de sangre ni de la voluntad de
la carne sino del Espíritu de Dios que mora en la verdadera simiente de la
mujer; y esta simiente será valiente por el Señor de los ejércitos hasta que el
último enemigo sea destruido.
¿De qué lado estás tú,
amigo mío, esta mañana? Yo le hago directamente la pregunta a cada uno de los
aquí presentes: ¿Eres nacido de lo alto? Lo que es nacido de la carne, carne
es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es; y sólo este último es la
verdadera simiente de la mujer.
VI. En
sexto lugar, observen que vemos en el texto EL LIMITADO LOGRO de la serpiente
antigua. ¿Qué logrará con todas sus estratagemas? “Tú le herirás en el
calcañar”. Eso es todo. Esto es al estilo de la serpiente. Satanás es “una
víbora en el sendero, que muerde los talones del caballo, de manera que el
jinete se va de espaldas”. Si no se atreve a atacarte abiertamente, te atacará
por detrás. Es como una serpiente en la hierba que muerde los talones del
viajero. El resultado de seis mil años de astucia y de enemistad de Satanás es
que ha herido el calcañar de su víctima.
Ese calcañar herido es
lo suficientemente doloroso. Contemplen a nuestro Señor seriamente herido en Su
naturaleza humana: fue traicionado, atado, acusado, abofeteado, azotado y
escupido. Fue clavado a la cruz; pendió allí sufriendo de sed y fiebre, y de
tinieblas y deserción. Atravesaron Sus manos y Sus pies; y por fin, perforaron
Su corazón y de inmediato fluyó de él sangre y agua. Satanás, por medio de la
muerte, hirió el calcañar de la simiente de la mujer. Si bien es un asunto
triste, cuando nuestro Señor pensó en la resurrección, en la salvación de Sus
escogidos y en la conquista del mundo, le pareció que se trataba de algo leve,
pues “sufrió la cruz, menospreciando el oprobio”.
¡Contemplen a la
simiente de la mujer que incluye adicionalmente a todo el pueblo creyente del
Señor! Satanás ha herido el calcañar de ellos hasta donde ha podido. A través
de las largas persecuciones ha estado acometiendo el calcañar de la iglesia. A
muchos de los santos el diablo los ha metido en prisión, y ha provocado que
otros fueran torturados por causa de Cristo, pero sus almas no fueron vencidas.
Sólo pudo herir el talón de ellos pues su espíritu se elevó más allá de su
alcance. Y ustedes, hoy, cuando son tentados y probados, y derribados, pueden
ser consolados porque
Por el poder sutil de
Satanás la causa de Dios y de la verdad en el mundo puede ser herida
tristemente por un tiempo en cuanto al calcañar de su progreso, pero no puede
ser herida en el corazón de su verdad. El reino avanza dolorosamente debido al
calcañar herido; pero no falla sino que aun lisiado toma la presa. Alguna
doctrina que posiblemente pudo haber sido declarada de una manera cuestionable
es estudiada más plenamente y es dada a conocer más cuidadosamente; entonces
aun el calcañar herido obra para bien. Aunque la iglesia de Dios pudiera estar
bajo una nube por un tiempo, con todo, prorrumpirá con un mayor esplendor antes
de que pase mucho tiempo.
“Tú le herirás en el
calcañar”. ¡Sácale el mayor provecho, Satanás, porque no es mucho! Todo lo que
tú eres en tu punto de mayor grandeza es ser un roedor del calcañar, y nada
más. No tienes permitido envenenar el calcañar, sino únicamente herirlo. Aunque
el varón de Dios camine cojeando por un tiempo, y sufra en el punto donde se hundieron
los colmillos, con todo, apoyándose en su Amado, viene del desierto con toda
seguridad y olvidando las heridas de su calcañar se regocija en los triunfos de
su gloriosa Cabeza.
VII. Ahora
llegamos a la séptima lección. Hemos observado el triunfo limitado de Satanás y
observamos ahora SU CONDENACIÓN FINAL. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza”. He aquí
el final del gran conflicto. Satanás, que encabeza los poderes del mal en el
mundo, va a pelear hasta el fin con toda su astucia y fortaleza, y él va a
tener éxito en cuanto a herir el calcañar del paladín contra quien lucha; pero
al final, la simiente de la mujer ha de herir su cabeza. Esto fue realizado
cuando el Señor Jesús murió, y muriendo honró la ley, quitó el pecado, dio
muerte a la muerte y derrotó al infierno”. Cuando el grandioso Sustituto bebió
la copa de la ira hasta las últimas heces por cada alma creyente, cuando
desquició la puerta del sepulcro y se la llevó, así como Sansón cargó con las
puertas de Gaza, con sus dos pilares y su cerrojo y todo; cuando abrió las
puertas del cielo y llevó cautiva a la cautividad, entonces en verdad la cabeza
del dragón fue quebrantada. ¿Qué puede hacer Satanás ahora? ¿No ha sido abatido
el acusador de los hermanos? Él hace todavía lo mejor que puede en amargura y
malicia; pero el Cristo lo ha aplastado. Sí, el propio Cristo que fue
“despreciado y desechado entre los hombres”, el varón de la corona de espinas y
del semblante desfigurado, el hombre de los hombros sangrantes y de las manos y
los pies perforados, el varón que nació de una virgen, la simiente de la mujer,
ha quebrantado el poder del enemigo. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Él ha derribado al
Príncipe de las tinieblas desde sus lugares elevados! ¿Acaso no dijo Él mismo:
“Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”? Él ha herido la cabeza de la
serpiente.
Esto es realizado
también en todos los creyentes y se realizará todavía más eficazmente.
Hermanos, en aquel día cuando el Espíritu Santo nos condujo a confiar en el
Señor Jesús, herimos la cabeza de la serpiente. Él había estado acostumbrado a
mandar y nosotros a obedecer, y así el pecado tenía dominio sobre nosotros;
pero tan pronto como creímos en Cristo, ese dominio se acabó y Dagón cayó cortado
delante del arca del Señor. Veo a la serpiente levantarse por encima de mí.
Esta gran pitón, con sus fauces abiertas, boquea ante mí como si quisiese
engullirme rápido. Pero yo no tengo miedo. ¡Oh, serpiente, en Cristo Jesús mi
Señor yo te herido en tu cabeza pues yo también soy de la simiente de la mujer!
La serpiente no puede levantarse en contra de la simiente escogida. ¿Qué puede
hacer con una cabeza rota? Él sabe que Dios ha decretado que todo creyente
triunfe sobre él. Está escrito, “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás
bajo vuestros pies”. Una vez más, ¡aleluya!
Esta herida sobre la
cabeza del maligno es un golpe mortal. Si hubiese sido herido en la cola, o en
el cuello, habría podido sobrevivir; pero el Señor dará muerte por completo al
reino del mal y aplastará su poder. El mal reinante cesará y la gracia reinará
por medio de la justicia para vida eterna. Habrá un nuevo cielo y una nueva
tierra donde mora la justicia. Cristo mismo, la simiente de la mujer, vendrá
una segunda vez y Él reinará gloriosamente en la tierra entre Sus ancianos. ‘En
Su majestad cabalga en triunfo por la causa de la verdad y de la justicia: y Su
diestra exaltará a Su pueblo. Su pie hollará al enemigo de ellos’. ¡Que ustedes
y yo nos encontremos en medio de la dichosa muchedumbre que vitoreará a
Y ahora, mi querido oyente, ¿de qué lado estás? ¿Hay alguno de
ustedes que piense que no morirá ciertamente? Hablan como su padre y ustedes
son sus hijos. ¿Dice alguno de ustedes: Dios es un gobernante severo? ¿Ha
dicho: “No comáis de todo árbol del huerto?” En esto también eres como tu
propio padre. ¿Y te mueves de manera tortuosa y astuta? ¿Eres dado a las
artimañas y a la política? ¿Te atreves a decir una mentira, y luego forjas otra
para sustentar la primera? Tú eres de tu padre el diablo, pues haces sus obras.
¿Te opones a Dios y a la verdad y a la justicia? ¿Y clamas por lo que llaman
“libertad”, esto es, libertinaje y permiso para entregarte a tus propias
pasiones? Entonces tú estás del lado del demonio. ¿Aspiras a conocer el bien y
el mal? Joven amigo, ¿quisieras entrar en antros de perversión para ver el
vicio y aprender sus caminos? ¿Anhelas ver la “vida”, como dicen ellos? ¿Estás
familiarizado con lo rastrero y lo impío? ¡Ah!, entonces estás escuchando a ese
antiguo engañador que atrae a sus redes mortales. Yo te ruego que escapes de
sus seducciones.
¿Te va bien a ti? ¿Miras
a Jesús, la simiente de la mujer? ¿Estás confiando en Él para romper el poder
del enemigo? ¿Deseas que el poder del pecado sea quebrantado en ti mismo? ¿Deseas
que su propia cabeza sea aplastada hasta quedar convertida en polvo? ¿Anhelas
con vehemencia liberarte del pecado y ser santo como Dios es santo? ¿Estás
confiando en Jesús para que esto mismo sea obrado en ti? ¡Ah!, entonces estás
del lado vencedor. La victoria será tuya por medio de la sangre del Cordero.
Hemos encontrado mucho
evangelio en la maravillosa sentencia pronunciada en contra de la serpiente
antigua, el demonio; pero sólo hemos rozado la superficie. Al Dios eterno sea
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Porción de
Traductor: Allan Román
17/Agosto/2014
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